lunes, 23 de enero de 2017

Volar soñando

Año nuevo, vida nueva. Un año mas, un año menos. Frío invierno, días grises, días de lluvia... y así podría pasar horas.

La verdad que es un bajón que haga frió y llueva una semana sin parar, pero es lo que nos toca si queremos vivir en un sitio tan verde y bonito como este (típico consuelo de todo vasco).
La semana pasada me mandaron un par de días a Lisboa a trabajar. Allí no llovía, hacia solazo y 17 grados, hasta tuve la oportunidad de tomar una cerveza fría en una terraza llena de guiris al sol y en manga corta.

En el vuelo, cuando nos acercábamos a la ciudad, pude distinguir perfectamente la península de Peniche y los montes de Sintra desde el avión. Dos pueblos pequeños al norte de Lisboa en los que he estado en unas cuantas ocasiones.
Desde arriba, se veían las lineas perfectas y las olas rompiendo en la orilla (o me las conseguía imaginar...).

Durante unos minutos, mientras sobrevolábamos la zona, se me fue la cabeza, me trasladé a la costa y me puse a recordar un viaje muy especial que hice en el 2004. No fue un viaje más, sino el primer viaje que hice en busca de olas fuera de mi país junto a mi compañero de batallas.

Fuimos en un tren nocturno desde Vitoria a Lisboa. Fue toda una experiencia viajar en un compartimento de 6 personas hasta los topes con nuestras tablas, maletas y demás. Despertar a la gente que venía dormida desde Hendaya y revolver todas sus maletas para que entrasen nuestros bártulos. Llegar agotados a Lisboa, alquilar un coche y empezar a recorrer playas en busca de olas.

Me gustó mucho la experiencia, tanto que he repetido en 4 o 5 ocasiones después de aquella... Eso si, nada de trenes nocturnos ni compartimentos hasta arriba :)