miércoles, 29 de marzo de 2017

El mar del norte

Después de un mes viviendo en Holanda y a media hora de cumplir los 34, me animo a escribir un texto contando un poco mi experiencia.

El mar del norte es frio, el  color es marrón y la arena está llena de conchas.
El agua está a 7 grados, así que cuando los locales me vieron aparecer en la playa con mi 4/3, se troncharon de risa... tuve que comprarme otro neopreno al de dos días de llegar.

Es la primera vez que entro al agua con un traje tan grueso. Tiene 6 mm y gorro incorporado, a parte de que hay que entrar al agua con guantes y escarpines, si no te congelas.



Ahora estoy viviendo en el centro de la ciudad, en un rascacielos a 15 minutos de la playa en coche. La casa es muy acogedora y con unas vistas increíbles pero es muy cara, asi que en una semana me mudaré a una casita delante de la playa. Me la alquilará un chico que tiene una escuela de surf y se pasa medio año viajando de aquí para allá.



Scheveningen es la playa mas famosa de los países bajos, es la capitál del surf en holanda. Una playa kilométrica, con el fondo de arena y una zona con bancos de arena artificiales donde rompen picos divertidos.
La mayoría de los días son olas de viento, pero hay un espigón que lo protege bastante y se queda el mar algo mas ordenado.

Otra cosa que me ha llamado mucho la atención es que la gente va a la playa en bici, con el traje puesto y la tabla agarrada del brazo. Es gracioso.



Hay muchas escuelas y tiendas de surf, y están montando un monton de chiringuitos a pie de playa. Cada fin de semana veo un bar nuevo. Al parecer, en verano la playa se pone hasta arriba de gente y con ambientazo.






domingo, 19 de febrero de 2017

Nuevos Horizontes

A veces, cuando menos te lo esperas, tu vida da un vuelco de 180 grados. Cuando parece que la rutina se ha apoderado de ti, aparece una nueva oportunidad. Un cambio, algo diferente.


A primera vista no te llama nada la idea de irte a trabajar a fuera otra vez. Pensabas que tu regreso a casa iba a ser definitivo y no es lo que esperabas.

Pero después de pensar durante el fin de semana, te empieza a atraer la idea de ir a un sitio nuevo a vivir nuevas experiencias, conocer gente y probar suerte.

Siempre da un poco miedo lo desconocido, pero al mismo tiempo te atrae. Siempre te han ido bien los cambios y esta vez no tenía por qué ser diferente.


El Mar del Norte.


He leído diferentes tipos de historias sobre el mar del norte.
Olas de viento es lo que me ha dicho la mayoría de la gente. Periodos cortos, malas olas, neoprenos gordos, guantes y gorro para el frío.

Me he adentrado en internet y he llegado a foros de surf de los países bajos. Después de rebotar de un post a otro, consigo llegar a algunos relatos de surfistas holandeses.
 Hablan de sesiones épicas, fondos de roca, incluso de arrecifes artificiales. También encuentro algunas fotos y vídeos que no tienen mala pinta.


Tengo claro que no va a ser fácil encontrar esas sesiones, y que voy a tener que moverme y preguntar mucho.
En las webs de surf se habla mucho de la ciudad donde voy, se surfea uno de cada cuatro días al año. El 80% de los días son olas de viento, pero queda un 20 % de días de mar de fondo que me hace tener esperanzas :) .

lunes, 23 de enero de 2017

Volar soñando

Año nuevo, vida nueva. Un año mas, un año menos. Frío invierno, días grises, días de lluvia... y así podría pasar horas.

La verdad que es un bajón que haga frió y llueva una semana sin parar, pero es lo que nos toca si queremos vivir en un sitio tan verde y bonito como este (típico consuelo de todo vasco).
La semana pasada me mandaron un par de días a Lisboa a trabajar. Allí no llovía, hacia solazo y 17 grados, hasta tuve la oportunidad de tomar una cerveza fría en una terraza llena de guiris al sol y en manga corta.

En el vuelo, cuando nos acercábamos a la ciudad, pude distinguir perfectamente la península de Peniche y los montes de Sintra desde el avión. Dos pueblos pequeños al norte de Lisboa en los que he estado en unas cuantas ocasiones.
Desde arriba, se veían las lineas perfectas y las olas rompiendo en la orilla (o me las conseguía imaginar...).

Durante unos minutos, mientras sobrevolábamos la zona, se me fue la cabeza, me trasladé a la costa y me puse a recordar un viaje muy especial que hice en el 2004. No fue un viaje más, sino el primer viaje que hice en busca de olas fuera de mi país junto a mi compañero de batallas.

Fuimos en un tren nocturno desde Vitoria a Lisboa. Fue toda una experiencia viajar en un compartimento de 6 personas hasta los topes con nuestras tablas, maletas y demás. Despertar a la gente que venía dormida desde Hendaya y revolver todas sus maletas para que entrasen nuestros bártulos. Llegar agotados a Lisboa, alquilar un coche y empezar a recorrer playas en busca de olas.

Me gustó mucho la experiencia, tanto que he repetido en 4 o 5 ocasiones después de aquella... Eso si, nada de trenes nocturnos ni compartimentos hasta arriba :)