Después de darme otro baño mañanero en Shark island, dejamos Sydney y tomamos ruta hacia Brisbane. Hacemos noche en Forsters, un pueblito a mitad de camino, acampados entre lagos inmensos y playas de arena blanca.
Despues de conducir 800 kilómetros, Brisbane nos recibe con 26 grados a la sombra, rascacielos gigantes, puentes de diseño moderno y lo mejor de todo: una playa artificial de agua caliente en mitad de la ciudad.
El bañarse de noche en una playa entre edificios enormes ha sido una sensación que nunca pensé que me gustaría tanto. Hemos sustituido la naturaleza por las luces de neón y agua con cloro, pero ha sido divertido.
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