Mientras conducía de camino a casa me he puesto a pensar en
las distancias. Lo que está cerca o lo que está lejos es muy subjetivo.
Hace algunos años, cuando mi hermano hacía una hora de coche
para ir a surfear a Cantabria teniendo las playas de aquí a cinco minutos, me parecía una locura.
Con los años, ha ido aumentando mi rango de kilómetros para ir a surfear y he ido conociendo cada vez mas playas y
rompientes.
He viajado a muchos sitios y la mayoría de las veces solo.
Es decir, dando vueltas de una playa a otra sin prisas ni tener que marear a
nadie (que también lo he hecho).
Ahora, pegarme dos horas de coche para ir a Asturias a
bañarme en mi playa favorita y otras dos para volver, no me cuesta nada si las
condiciones son buenas.
Incluso he llegado ir al medio día después de currar, darme un
baño de dos horas y volver. Surrealista.
Cuando lo he comentado a mis compañeros del trabajo en el
café, me han mirado un poco raro la verdad.
He llegado a un punto que cuando se acerca el finde, no
solamente miro las previsiones de mi playa, sino que miro el parte de olas
desde Francia hasta Galicia, incluso echo un ojo al parte de olas del
mediterráneo. Este finde me he hecho 1200 kilómetros como si nada. ¿Donde está el limite?
Hoy, un domingo cualquiera, a las cinco de la tarde estaba
surfeando tranquilamente en un spot a seis horas de mi casa. Sabiendo que si
salía a las seis del agua, no me iba a acostar más tarde de lo normal, porque a
mí me gusta trasnochar y no suelo dormirme antes de la una de la mañana.
Ahora, ya en casa, me pregunto si habría vivido más
tranquilo surfeando únicamente las playas que tengo cerca de casa. Creyendo que
para hacerte un tubo te tienes que ir a Hawaii, pensando que en Galicia no se
puede entrar al agua porque está congelada, que en Canarias los locales no te
dejan surfear en sus playas o que en el mediterráneo no hay olas.
Hay mucha gente que piensa todo eso, no conoce más allá de su costa
y viven muy tranquilos así. No tengo muy claro si yo lo estaría. Lo que si que
tengo claro es que este finde he surfeado muy buenas olas, con el agua caliente
y solazo; y que en mi ciudad no ha parado de llover con unas olas de mierda.
Mañana, cuando vaya a tomar el café con mis compañeros, me preguntarán a ver donde he estado el finde y si me ha merecido la pena. Les contestaré que sí, mucho.
Y no solo por las olas.
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